Continuando en nuestro empeño para que entiendan que son personas únicas e irrepetibles, ya en los últimos días del curso, les mostramos un gesto personal que los diferencia de todas las demás personas: su firma y su huella dactilar.
En infantil, es una conquista cuando reconocen su nombre de entre los demás y cuando son capaces de escribirlo. A estas alturas todos pueden hacerlo, por ello quisimos ir un poco más allá y hablarles de las firmas, algo que non les es ajeno, ya que han visto en muchas ocasiones a personas firmando un documento (médicos, bancos, supermercados…) o en soportes de lo más inverosímil, en el caso de sus deportistas o artistas favoritos. Pero hasta ahora a ellos nunca les habían pedido que firmasen.
Por ello, en primer lugar buscamos en clase documentos firmados: comunicaciones del centro, notas de sus padres, dedicatorias de los libros, cuadros …, y nos preguntamos por la razón que los llevó a firmarlos. Buscamos información e imágenes en la red y vimos muchos tipos de firma: legibles, no legibles, con rúbrica o sin ella, con símbolos, etc. Les mostré cómo firmo yo en función de si se trata de algo muy importante o si es algo más informal. A continuación le pregunté como firmaban sus padres; con tal motivo enviamos una nota a casa pidiendo a los miembros de la familia que nos mostrasen sus firmas. Insistimos en la idea de que la firma es algo que nos individualiza y que nos distingue de los demás, anticipándole que de ahora en adelante habrá muchas ocasiones en las que les pidan que estampen la suya -como para el DNI o en el cole de primaria-, de modo que era interesante que fuesen pensando en ello y haciendo prácticas para lograr una que siempre sea lo más similar, esto bien sabemos que es complicado para ellos, lo que no es óbice para que no se lo expliquemos.
Al tiempo, también les fuimos hablando de otra forma de firmar con la huella dactilar, de sus usos, de la razón de su utilización y de cómo se puede identificar a una persona por las lineas que traza la piel de sus dedos.
Aprovechando que teníamos un soporte sobrante de los dos que habíamos preparado para las llaves (con sus nombres escritos y difuminados con ceras acuarelables), decidimos dejar otra obra de recuerdo del paso por el centro de un grupo compuesto por veinticinco personas únicas e diferentes, con sus firmas y huellas dactilares.
En nuestra linea, siempre apostando por los pequeños gestos que nos ayudan a reconocer nuestra individualidad sumada al valor de ser parte de un grupo.
