Cada vez que comenzamos con un nuevo grupo de alumnado, en la reunión inicial con las familias, ya les anticipamos que, en el aula, celebraremos los aniversarios de un modo diferente al habitual. La razón que les exponemos es que ni los mismos niños saben cuántas veces los festejan -cuando menos tres o cuatro: con la familia (en el día), con los amigos y amigas (en el fin de semana), en el comedor escolar (a finales de mes), con los abuelos (en el domingo)-; así que en la escuela hay que tratar de huir de celebraciones en la misma línea consumista, haciendo en ese día algo que los haga sentir especiales y que sea para recordar. Al tiempo, hay que intentar que los aniversarios sumen los crecimientos de todos y de todas.
En este curso, adaptamos una idea que vimos en la red en Jugaryjugar, de entre las muchas y muy interesantes que proponían. Al inicio, le pedimos la cada niño y niña un lienzo de pequeño tamaño, los colgamos en la pared y sobre cada uno de ellos pusimos una nota en la que hay la fotografía de cada niño y el texto: “Reservado para…, y la fecha el aniversario”. Cuando llega el día, descolgamos el lienzo (que forma parte del conjunto de todos los del alumnado, profesorado y personal que tiene relación con el grupo), y en ese momento, el/la homenajeado/la, lo pinta a su gusto. Dado que se trata de niños de 3 años, pusimos como condición que sólo emplearían dos colores, sus favoritos, y que emplearían los utensilios y técnicas que prefieran (chorreando, salpicando, con los dedos, rollos, brochas, esponjas, pinceles…
El conjunto de lienzos se acompaña de un panel hecho con las fotografías de los niños y de las niñas según los meses de nacimiento y con un almanaque; así nadie se despista y llevan la cuenta de lo que falta para su aniversario.
El día que hay celebración, repetimos un ritual, en el que se traslada el nombre del niño o niña para la columna que corresponde (3, 4, 5 o 6 años), y se tacha en la que estaba hasta el momento; a continuación se descuelga el lienzo, elige colores y utensilios, y rodeado/a por sus compañeros, pinta su cuadro; le explica a los demás lo que representa, y de nuevo, se vuelve a colgar en su sitio. A continuación, observamos cómo va cambiando poco a poco esa obra colectiva que cerraremos a final de curso para mostrárselo a todo el centro.
